Existen numerosas creencias  (algunas realmente erróneas) sobre qué es una consulta psicológica y qué se hace en ella. La principal premisa de mi labor como psicóloga es AYUDAR A MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE UNA PERSONA.  Para ello, se requiere trabajar de manera conjunta, tanto el usuario como el terapeuta.

Dentro de la Psicología, existen diferentes corrientes psicológicas. El más influyente y el cual cuenta con mayor evidencia empírica en la actualidad es el Paradigma Cognitivo-Conductual. Esta corriente pone su énfasis en la interrelación entre pensamientos, emociones y conductas. Por tanto, debemos tener en cuenta que la terapia o asesoramiento psicológico es un proceso complejo, durante el cual y de manera progresiva, la persona va aprendiendo, modificando o consolidando ciertos aspectos de los que carecía o no aplicaba de una manera óptima; motivo por el cual, es fundamental una gran participación e implicación de la persona que solicita la asistencia psicológica.

Debemos tener en cuenta que el tiempo que la persona necesita acudir a consulta, puede variar de un caso a otro, ya que cada caso es diferente, tanto en la problemática, circunstancias que lo rodean, así como las características personales, familiares, sociales y/o laborales/académicas.

El asesoramiento psicológico, suele estar compuesto de las siguientes partes:

En esta primera sesión, tiene lugar la primera entrevista, donde la persona especifica su motivo de consulta, así como frecuencia, duración o intensidad con la que se manifiesta.

Una parte muy importante para realizar un óptimo asesoramiento es realizar una buena evaluación, donde es necesario recoger diferentes aspectos influyentes en el mantenimiento de la problemática o de su motivo de consulta. Una vez realizada la evaluación, se realiza la devolución de resultados, con el fin de establecer el asesoramiento más adecuado, teniendo en cuenta las características de la persona. Una vez y la persona emplea diferentes estrategias y se van  produciendo y consolidando ciertos cambios, es conveniente distanciar las sesiones de manera quincenal, mensual y trimestral progresivamente, es decir, continuar con un seguimiento.